La fiesta de Santa Águeda es uno de los acontecimientos religiosos más espectaculares de Italia y del mundo. Cada año, del 3 al 5 de febrero, Catania se detiene para rendir homenaje a su patrona, celebrándola con una mezcla de fe, historia y folclore. Esta fiesta hunde sus raíces en un pasado lejano, vinculado al martirio de Santa Águeda en el año 251 d.C. y a la posterior veneración que se desarrolló a lo largo de los siglos.
En la actualidad, la fiesta reúne a cientos de miles de fieles, que visten el tradicional saco blanco, y se desarrolla a través de ritos religiosos, procesiones solemnes y antiguas tradiciones populares. Pero ¿cuál es el verdadero origen de la fiesta? ¿Cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos? Recorremos su historia desde los primeros testimonios documentados hasta las celebraciones modernas.
Orígenes de la fiesta de Santa Águeda: el culto a lo largo de los siglos
La veneración de Santa Águeda tiene raíces profundas, aunque no existen pruebas ciertas de una fiesta oficial anterior al siglo XII. La primera referencia histórica se remonta a principios del siglo XVI, gracias al Gran Maestre de Ceremonias Alvaro Paternò, que describe las celebraciones en honor de la santa en su Ceremonial de 1522. Sin embargo, el culto a Águeda se remonta a mucho antes, como demuestran algunas importantes pruebas arqueológicas.
Tras su martirio en 251 d.C., la fama de Santa Águeda se extendió rápidamente. Un primer signo de veneración se produjo un año después de su muerte, cuando el velo de la santa detuvo una erupción del Etna que amenazaba Catania. En el siglo IV, hay pruebas del culto a Águeda en otras partes del Imperio Romano: una lápida funeraria hallada en Ustica habla de una mujer que murió el mismo día dedicado a Santa Águeda.
El largo dominio islámico (siglos IX-XI) borró muchas huellas del cristianismo público en Catania. Se prohibieron las celebraciones y la catedral se convirtió en mezquita. Sin embargo, con la llegada de los normandos en 1061, la situación cambió drásticamente: la catedral fue reconstruida y, en 1126, las reliquias de la santa fueron traídas de vuelta a Catania por dos soldados que las robaron de Constantinopla. Este acontecimiento marcó el renacimiento del culto público a Santa Águeda y probablemente el nacimiento de la fiesta tal y como la conocemos hoy.
El martirio de Santa Águeda y el nacimiento de la devoción
Santa Águeda nació en el siglo III d.C. y, siendo aún muy joven, hizo voto de castidad, consagrándose a Dios. Esta elección le valió la persecución del procónsul Quinziano, quien, tras torturarla brutalmente, la condenó a muerte el 5 de febrero de 251 d.C.
El culto a la santa creció rápidamente, y sus reliquias se convirtieron en fuente de gran veneración. En 1040, el general bizantino Jorge Maniace las robó y se las llevó a Constantinopla, donde permanecieron unos 86 años. Sólo en 1126, gracias a la intervención de dos soldados normandos, las reliquias regresaron a Catania, provocando una gran efusión de alegría entre los ciudadanos.
Este acontecimiento fue el verdadero punto de inflexión en la historia de la fiesta: la ciudad, tras siglos de dominación extranjera, encontró una nueva identidad en torno a la figura de Santa Águeda.
Los días de fiesta: procesiones, saco blanco y candelore
3 de febrero: ofrenda de cera y candelore
El 3 de febrero comienzan oficialmente las fiestas con la tradicional ofrenda de cera. Durante esta ceremonia, grandes velas votivas, llamadas candelore, son llevadas en procesión por las calles de Catania.
Los candelore, altos y decorados con frisos barrocos, representan a los antiguos gremios artesanos de la ciudad y acompañan a los fieles a lo largo del recorrido sagrado. Este día se caracteriza por una gran participación popular, con miles de devotos vestidos con el característico sayal blanco, símbolo de pureza y devoción.
4 de febrero: la Misa de la Aurora y la primera procesión
El 4 de febrero comienza con la Misa de la Aurora, celebrada en la Catedral de Catania. Tras el oficio religioso, el féretro de plata que contiene las reliquias de Santa Águeda es llevado en procesión por las calles de la ciudad.
Esta primera procesión recorre las calles del centro de la ciudad, pasando por lugares simbólicos relacionados con la vida y el martirio de la santa. La multitud acompaña el fercolo con cantos, oraciones y aplausos, creando una atmósfera de intensa emoción.
5 de febrero: el círculo exterior y el momento más esperado
El 5 de febrero es el día más esperado del festival. El férculum recorre un trayecto mucho más largo, atravesando las murallas de la ciudad medieval, antaño símbolo de protección para los cataneses.
El momento más impactante llega con la subida a San Giuliano, un tramo extremadamente empinado, donde los devotos tiran del férculum con todas sus fuerzas para llevarlo hasta la cima. Este acto representa el sacrificio y la entrega del pueblo catanés hacia su patrón.
Sólo bien entrada la noche, tras un largo recorrido por las calles de la ciudad, el ferculum regresa a la catedral, cerrando oficialmente la celebración.
El significado del «saco» y las leyendas de la fiesta
Uno de los elementos más característicos de la fiesta de Santa Águeda es el saco blanco que visten los devotos. Según la leyenda popular, se dice que deriva de los camisones que llevaban los cataneses la noche en que las reliquias regresaron de Constantinopla.
Sin embargo, históricamente, el sayo sólo aparece en documentos a partir de 1500, cuando los llamados «desnudos«, es decir, los fieles que llevaban el ferculum semidesnudos, empezaron a cubrirse con un vestido blanco.
La fiesta hoy, entre fe y tradición
Hoy en día, la fiesta de Santa Águeda sigue siendo una de las mayores celebraciones religiosas de Europa, que atrae a cientos de miles de personas de todo el mundo.
Su combinación de devoción, historia y espectáculo la hace única, manteniendo vivo el recuerdo de la mártir de Catania y reforzando el sentido de pertenencia de la comunidad.
Santa Águeda no es sólo la patrona de Catania, sino un símbolo de resistencia y fe, capaz de unir a generaciones de devotos en un ritual que se repite desde hace siglos.