El bosque de Ficuzza, un reino verde en el corazón de Sicilia

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El bosque de Ficuzza es uno de los pulmones verdes más vastos y sugestivos de la Sicilia occidental. Se encuentra completamente en la provincia de Palermo y no tiene ninguna relación territorial con Catania. Con una extensión de más de 7.400 hectáreas, hoy es una reserva natural orientada que abarca los municipios de Corleone, Monreale, Godrano, Mezzojuso y Marineo. Su singularidad no reside solo en su extensión —una de las mayores masas forestales mediterráneas de la isla—, sino también en su historia real, su biodiversidad extraordinaria y los tesoros culturales que alberga entre mesetas calcáreas, colinas suaves y formaciones rocosas de origen triásico.

Este bosque nació como reserva real de caza a finales del siglo XVIII, por voluntad de Fernando III de Borbón, quien entre 1799 y 1802 hizo construir la Casina Real de Caza de Ficuzza, un elegante edificio neoclásico que aún se puede visitar. El rey se refugió allí para escapar de la invasión napoleónica de Nápoles, y la residencia se convirtió en uno de los raros ejemplos de arquitectura rural neoclásica en Sicilia. Hoy alberga exposiciones, eventos culturales y visitas guiadas que narran la antigua relación entre la naturaleza y el poder humano.

Desde el punto de vista natural, el bosque presenta una gran variedad de ambientes: robledales de roble pubescente, encinares, castañares y zonas repobladas en siglos posteriores con pino negro. El sotobosque está poblado por ciclamen silvestre, retamas, asfódelos y orquídeas espontáneas que florecen en primavera. En otoño, el suelo se cubre de setas, entre ellas el preciado boletus, y de musgos que exhalan aromas húmedos y antiguos.

La fauna constituye uno de los grandes atractivos de la reserva: zorros, garduñas, gatos monteses, puercoespines, liebres y conejos, junto con numerosas especies de aves como el pito real, el ratonero común, el cernícalo y el cárabo. En las zonas altas se han avistado águilas reales y halcones peregrinos. Al anochecer, es posible oír el canto de la lechuza boreal. Se llevan a cabo programas activos de protección y reintroducción de especies, gestionados por el cuerpo forestal regional.

Para los visitantes, el bosque ofrece una densa red de senderos señalizados que parten del pueblo de Ficuzza, principal punto de acceso, y se ramifican por toda la reserva. El Sendero del Rey conduce a la Casina Real, mientras que el Sendero Panorámico asciende a zonas elevadas desde donde se disfruta de vistas espectaculares sobre la Piana degli Albanesi, las Serre della Pizzuta y los Montes Sicanos. Existen también rutas más accesibles, como el camino a la Fuente de Tagliaborse, ideal para paseos familiares y áreas de descanso.

Entre los atractivos naturales destacan la Cueva Garrone, una formación kárstica con impresionantes rocas, y la Rocca Busambra, el punto más alto de la reserva con 1.613 metros de altitud. Este macizo calizo domina el paisaje y acoge especies vegetales endémicas únicas en Europa. La ascensión es exigente pero ofrece una vista de 360 grados que se extiende, en días despejados, hasta el mar Tirreno y el Etna.

Cerca de la Casina Real se encuentra el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre gestionado por WWF, donde se curan animales heridos, especialmente aves rapaces, antes de ser liberadas. El centro puede visitarse con cita previa y ofrece una experiencia educativa muy valiosa para familias y escuelas.

Desde el punto de vista cultural, la reserva está rodeada por una constelación de pueblos ricos en tradiciones: Godrano con su arte sacro y producción quesera; Mezzojuso con su comunidad arbëreshë de rito bizantino; Marineo con su museo natural y su célebre fiesta patronal. También pueden visitarse el Ermita de San Michele y el lago Scanzano, joya paisajística enclavada entre colinas.

Para llegar al bosque desde Palermo, se debe tomar la SS118 hasta Marineo y luego continuar por la SP6 hasta Ficuzza. Desde Corleone, se accede por la SP4.3. La entrada a la reserva es libre durante todo el año, aunque algunas zonas pueden estar cerradas temporalmente en verano por prevención de incendios o trabajos de mantenimiento. La visita a la Casina Real requiere entrada, con horarios variables según la temporada.

Las mejores épocas para visitarla son la primavera, cuando la vegetación florece y la fauna está activa, y el otoño, cuando el follaje se torna dorado. El verano sigue siendo agradable gracias a la altitud y la sombra de los árboles. En invierno, aunque más frío, el bosque se revela en su forma más íntima: árboles cubiertos de musgo, senderos envueltos en niebla, un silencio ancestral que invita a la contemplación.

En lo gastronómico, los pueblos de la zona ofrecen platos tradicionales de montaña siciliana: quesos de oveja, setas salteadas, sopas de legumbres, carnes asadas de cabrito o cerdo negro, y dulces a base de miel y almendra. Las trattorias y agroturismos suelen ofrecer menús especiales para excursionistas y opciones vegetarianas.

El bosque de Ficuzza, con su grandeza discreta, es uno de los últimos grandes santuarios naturales del interior de Sicilia. Un lugar donde historia, espiritualidad, biodiversidad y paisaje conviven en armonía. Un destino imprescindible para quien desee descubrir la Sicilia auténtica, la que respira lentamente, la que permanece fiel a sí misma, bajo el dosel milenario de sus árboles más antiguos.

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